Que jamás se nos olvide que Cristo ama el coraje, que se alzó para honrar al valiente mártir Esteban, y que nos pide ser audaces, osados e intrépidos, sin miedo a las tribulaciones, los sufrimientos e incluso la muerte. De lo contrario, ¡ay de nosotros!, porque este mundo nos someterá y nos vilipendiará, perderemos nuestra libertad y, por causa de nuestra evidente cobardía, terminaremos perdiendo hasta nuestra salvación, asestándonos nosotros mismos el peor golpe que podríamos recibir, condenándonos al castigo y el oprobio en este mundo, y al tormento en la vida futura.

Ser cristiano significa, históricamente, asumir determinados riesgos, y poder enfrentar los peligros desde una posición de fuerza espiritual. El coraje, hermanos cristianos, siempre ha demostrado ser el camino más sensato, porque no es solamente una virtud, sino también un deber cristiano.

(Traducido de: Nicolae Steinhardt, Dăruind vei dobândi, Editura Mănăstirii Rohia, Rohia, 2006, p. 285)