El cristiano que ayuda en su parroquia
No hay esfuerzo más preciado que el que hacemos para nuestra iglesia.
No hay mayor acto de obediencia, que el que haces en la iglesia. Aunque no hagas nada más que limpiar el piso en la casa del Señor, esto es ya ante Dios una acción altísima. No hay esfuerzo más preciado que el que hacemos para nuestra iglesia. Y todo lo que hagas en la iglesia debes hacerlo con estremecimiento y sin apartarte de la oración con la mente, manteniéndote callado y hablando sólo cuando sea necesario. Porque ¿qué hay más bello, más agradable y más honroso, que la iglesia? ¿Y a quién podríamos temerle, hallándonos en ella? ¿En dónde podríamos gozarnos más con el alma, el corazón y la mente, sino en la iglesia, en donde nuestro mismo Soberano y Señor se halla presente siempre ante nosotros?
(Traducido de: Sfântul Serafim de Sarov, Cuvinte duhovniceşti, Editura Pelerinul român, Oradea, p. 134)