El cuidado de Dios no pasa sobre la libertad del hombre
Dios no somete al hombre, no le da con un látigo, sino que le enseña el bien y el mal, y después lo deja en el mundo.
Dios deja al hombre actuar naturalmente, porque sólo así puede elegir entre el bien y el mal, de acuerdo a cómo se porte con sus semejantes. Dios no somete al hombre, no le da con un látigo, sino que le enseña el bien y el mal, y después lo deja en el mundo.
El papá y la mamá no están todo el día junto a sus hijos e hijas, empujándolos para que caminen, sino que les enseñan, desde pequeños, qué hacer y cómo hacerlo, para que sepan desenvolverse solos, escuchando en su mente la voz de sus padres y teniendo siempre en mente el modelo y el ejemplo paterno y materno.
Así actúa también Dios, Él siembra, en la mente del hombre, el obrar, el actuar y el bien hablar, pero el hombre hace como si no lo viera, ignorándolo y actuando de acuerdo a como se lo aconseja el maligno
(Traducido de. Părintele Iustin Pârvu, Daruri duhovnicești, Ed. Eikon, Cluj-Napoca, 2011, pp. 35-36)