Palabras de espiritualidad

El deseo de venganza nos atormenta interiormente y nos condena en la eternidad

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Translation and adaptation:

Aunque el infierno no fuera una amenaza para los rencorosos, la sola tortura interior que nos causamos buscando venganza tendría que exhortarnos a perdonar a quien nos ofendió.

No solo tenemos que perdonar, sino que también es nuestra obligación olvidar. ¡Necesitamos sanar por completo la herida de nuestra alma! Tal como el demente no tiene paz ni descanso, así también, el hombre que no olvida el daño sufrido, sino que lo recuerda una y otra vez, jamás podrá experimentar la verdadera paz, mientras siga rememorando las palabras o los actos de quien le hizo el mal.

Mientras más piensas en vengarte, más te atormentas. Tu misma ira te hace sufrir. ¿Y hay alguien más infeliz que uno que siempre está enfadado? Una vez ve a su enemigo —o ni siquiera a su enemigo, sino la ropa de su enemigo, o su casa—, empieza a sufrir, sumando herida sobre herida. ¿Por qué, entonces, aceptamos atormentarnos tanto? Y aunque el infierno no fuera una amenaza para los rencorosos, la sola tortura interior que nos causamos buscando venganza tendría que exhortarnos a perdonar a quien nos ofendió. Luego, sabiendo que tanto el sufrimiento interior como los tormentos eternos son la suerte de quienes son incapaces de reconciliarse, preguntémonos: ¿hay algo más insensato que prepararnos nosotros mismos el infierno, tanto aquí como en la eternidad, perjudicándonos en esta vida y en la vida futura, solamente para vengarnos de nuestros adversarios?

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Predici la duminici și sărbători, Editura Bunavestire, Bacău)