El desorden en la casa y los hijos
Algunas mamás, por mantener un orden perfecto en casa, someten de tal forma a sus hijos, que no los dejan que muevan ni siquiera una simple silla o una almohada. Les imponen una forma de disciplina militar y así, los niños, aunque hayan nacido sanos, tristemente crecen enfermizos.
—Padre, mi mamá me dijo, “Yo ya estoy débil y me canso rápidamente. Ya no tengo energías para terminar los trabajos de la casa y no me queda tiempo para hacer mis oraciones”.
—Que simplifique su vida, para que le quede tiempo para orar. Sólo así logrará crecer espiritualmente. Si una mamá logra simplificar su vida, pero aún así se agobia porque tiene muchos hijos, entonces tiene derecho a decir “estoy cansada” Pero si pierde el tiempo buscando cómo embellecer su casa, para recibir el elogio de quienes la visitan, entonces, ¿qué más se puede decir? Algunas mamás, con tal de mantener un orden perfecto en casa, someten de tal forma a sus hijos, que no los dejan que muevan ni siquiera una simple silla o una almohada. Les imponen una forma de disciplina militar y así, los niños, aunque hayan nacido sanos, tristemente crecen enfermizos.
Cualquiera con un poco de inteligencia, si observa un orden escrupuloso en una casa donde viven muchos niños, deducirá, uno, que los niños son enfermos mentales, dos, que la mamá es una bárbara y les impone una disciplina militar. Al asustarlos con tal rigidez, los pequeños tienen miedo hasta de jugar. Una vez visité una casa en donde vivían muchos niños. Cuánta alegría se sentía allí, en medio de sus caóticos juegos infantiles, aunque estropeaban todo el orden y la normalidad de tener cada cosa en su lugar. Y esta es precisamente la anomalía más grande, eso que más agobia al hombre contemporáneo.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viața de familie, Editura Evanghelismos, București, 2003, pp. 93-94)