El ejemplo del cristiano verdadero es una luz para los demás
Juntos anhelamos la Verdad y la Justicia perfectas. La lucha por el bien espiritual es dura, pero es mucho más sencilla y más enaltecedora que cualquier otra lucha por las riquezas del mundo.
Verdaderamente, hay muchas personas extraordinarias. Sofía, por ejemplo. Después de un breve diálogo conmigo, decidió bautizarse a los treinta y seis años de edad. Me sigue visitando, me escribe… He oído que les ha hablado a otros de lo que aprendió de mí, del vigor que me caracteriza aún a esta avanzada edad, de la serenidad que la envuelve cuando se me viene a ver y me encuentra tranquilo y en paz, vestido con esta camisa y esta chaqueta de color blanco, apoyado en mi bastón.
Sé bien que lo que atrae a estas personas no es mi aspecto exterior o mis palabras, porque muchas de ellas son cultas y pueden encontrar lo que les preocupa en libros escritos con sabiduría. Pero también les atrae Aquel que nos dio la vida, Aquel que vive en nosotros. ¡Qué grande es el amor cristiano, y no hay nada que pueda comparársele! En mis palabras, en mí mismo, yo reconozco a Aquel por quien suspiran sus corazones, y por eso me escuchan con alegría y desearían permanecer a mi lado. Juntos anhelamos la Verdad y la Justicia perfectas. La lucha por el bien espiritual es dura, pero es mucho más sencilla y más enaltecedora que cualquier otra lucha por las riquezas del mundo. Nos ayudamos mutuamente, nos realizamos y nos sostenemos en el camino a la vida eterna.
(Traducido de: Milivoie Iovanovici, Kalist monahul ucenic al Sfântului Nicolae Velimirovici, Editura Predania, 2011, pp. 213-214)