Palabras de espiritualidad

El elemento "sine qua non" de la confesión

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Si alguien se acercara a su padre espiritual para “confesarse” de esta manera, lo que estará haciendo será solamente un acto formal, algo que le sale de la boca, pero no del corazón.

La confesión sin contrición es “imposible”, es un sinsentido: es cualquier cosa, menos una confesión. Y si alguien se acercara a su padre espiritual para “confesarse” de esta manera, lo que estará haciendo será solamente un acto formal, algo que le sale de la boca, pero no del corazón.

—¿Maldices? —le preguntó el sacerdote a un hombre que había venido confesarse obligado por su mujer.

—¡No, padre, no maldigo!

—¿Dices mentiras?

—¡No!

—¿Has robado alguna cabra?

—¡No!

—¿Has robado trigo, aceite, maíz?

—¡Tampoco, padre!

Y le leyó las oraciones de absolución.

—¿Podré comulgar?

—¡Claro que sí, hijo, puedes comulgar!

Al volver a casa, el siguiente diálogo tuvo lugar:

—¿Te confesaste? —preguntó la esposa.

—Sí, me confesé.

—¿Le dijiste al padre que te robaste algunos cerdos?

—No.

—¿Por qué?

—¡Porque no me lo preguntó!

¿Y si le hubiera preguntado? Probablemente habría confesado su pecado, pero, en cualquier caso, no lo habría hecho con el corazón compugido, sino por necesidad, porque también su contrición era algo forzado.

Y, atención: es posible que el hombre hablara de su pecado, sin sentir ningún rubor e incluso lleno de orgullo, con su esposa, sus hijos, los vecinos, o en la cafetería del lugar… pero al sacerdote no se lo pudo confesar. ¿Por qué? ¡El demonio no lo dejó, para que no recibiera el perdón después de confesarse!

Es posible que también tú hables de tus pecados, sin sentir vergüenza alguna —talvez hasta jactándote de ellos—, con el psicólogo, o con tus amigos, o con otras personas, ¡pero cuando te presentas ante tu confesor, te da miedo revelárselos a él! ¿Ves de qué manera se burla de ti el maligno?

(Traducido de: Arhimandritul Vasilios BacoianisDuhovnicul și spovedania, traducere din lb. greacă de pr. Victor Manolache, Editura de Suflet, București, 2012, pp. 18-20)