Palabras de espiritualidad

El enorme poder de las lágrimas de arrepentimiento

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Si dices: “¡Perdóname, Dios mío!”, y lloras, tus lágrimas adquieren una fuerza muy grande, como si fueran “medio bautizo”.

Pide la misericordia de Dios, e inmediatamente vendrá la Luz y te liberará. Basta con pedir el auxilio divino. Y es que el pecador ser libra (de sus faltas) más rápidamente que el que se esmera y se sacrifica, si llora e implora la ayuda de Dios. Si dices: “¡Perdóname, Dios mío!”, y lloras, tus lágrimas adquieren una fuerza muy grande, como si fueran “medio bautizo”.

A mí me gusta mucho aquel cántico: “Viendo todas mis iniquidades, me estremezco pensando en el terrible Día del Juicio. Pero, atreviéndome a implorar Tu piedad, como David clamo a Ti: ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por Tu gran misericordia!”.

David, después de haber cometido asesinato y adulterio, se humilló y, arrojándose a un foso, se echó a llorar, diciendo: “¡Apiádate de mí, oh Dios!”, y los demás salmos. Dios perdona al que se arrepiente. Él es como aquel que tenía 100 ovejas, y, perdiendo una sola, salió a buscarla. Después, al encontrarla, se llenó de una alegría más grande que la que sentía por las otras 99 ovejas.

(Traducido de: Ca aurul în topitoare. Viața mucenicească a unui Iov al zilelor noastre: Anastasie Malamas, Traducere din limba greacă de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Editura Evanghelismos, București, 2012, pp. 45-46)