El hijo devenido en ídolo
El alma del niño, carente de lo más importante —el afecto y la presencia de los padres—, se aferra posesivamente a los sustitutos del amor, es decir, a los objetos recibidos.
Algunas veces, exhibiendo un amor sin medida, los padres ofrecen, dan y se sacrifican, desde luego, orientando todo hacia su propio hijo. Por ese amor desmedido, muchas veces los padres hacen de su hijo un ídolo, que no puede ya librarse de esa situación para poder ver a los demás y considerarlos, debido a que cree que se merece todo.
Por otra parte, esa profusión de regalos, juguetes, ropa y comodidades puede representar, de hecho, un falso amor, mismo que muchas veces compensa la falta de disponibilidad real del padre. El alma del niño, carente de lo más importante —el afecto y la presencia de los padres—, se aferra posesivamente a los sustitutos del amor, es decir, a los objetos recibidos.
Entre los seis y siete años de edad, el carácter del niño está casi formado en lo esencial. Por eso, más adelante le resultará más difícil aprender a ofrecer y salir de esa posición central en la que ha vivido hasta ese momento. Ciertamente, el esfuerzo será grande, pero más fácil de alcanzar que si tuviera diez años más.
(Traducido de: Familia Ortodoxă nr. 5, 2010, p. 15)