Palabras de espiritualidad

El hombre de fe sabe por qué ora

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No hay nada mejor que la misma oración, para aprender a orar. No hay nada mejor que el mismo hecho de empezar a orar. Si no oras, tu capacidad para orar se debilita. Si oras, avanzas.

Un punto de seriedad y compromiso en la vida espiritual, lo constituyen las oraciones de la mañana, de la noche y de antes y después de comer. No es posible creer en Dios si no elevamos nuestras plegarias a El. Hay personas que se dicen creyentes, pero no oran. Lo que no saben, porque su mente se ha oscurecido, es que están renunciando a comunicarse interiormente con Dios. Un hombre de fe no puede dejar de hablarle a Dios de lo que hay en su alma, no puede dejar de glorificar a su Creador.

Hay quienes se hacen llamar “cristianos”, y se limitan únicamente a meditar, a pensar en ciertas cosas relacionadas con la fe, pero no van más allá de eso, de manera que su alma sienta la necesidad de orar también. No olvidemos por qué estamos frente a Dios: “Cuando te acuerdes de Dios, multiplica tus oraciones, para que, si llegas a olvidarte de El, el Señor se acuerde de ti”. No es posible tener una vida piadosa, y mucho menos es posible demostrar tu fe en Dios, si no hablas con El, sin empezar el día con Dios y terminarlo con Él, especialmente cuando sabes que la oración es un encuentro con Dios. 

Quien no ora ni en la mañana ni en la noche, quien no se acuerda de Dios, debe saber que no tiene a Dios. Si tienes a Dios, no puedes buscar cómo evitarlo. Tienes que encontrar tiempo para Dios, tal como lo encuentras para las demás cosas que haces en tu día a día. Tienes que presentarte ante El con una actitud de fe, de pie o de rodillas, para que puedas ser consciente de que estás hablando con Dios, no de cualquier modo. Es cierto que la fe viene haciendo las cosas de Dios; por eso empezamos con la fe, con la fe que haya en nosotros, y vamos avanzando en ella, pero solamente si hacemos las cosas que ella implica. No hay nada mejor que la misma oración, para aprender a orar. No hay nada mejor que el mismo hecho de empezar a orar. Si no oras, tu capacidad para orar se debilita. Si oras, avanzas.

Alguien dijo: “Ora como puedas, para que puedas llegar a orar como debes”. Si no oras, o si oras poco, si tu oración es tan ínfima que ni siquiera puedes examinarte con ella, significa que no sabes valerte de la oración (porque oras deprisa y superficialmente). En todo caso, es importante que tengas un programa de oración. No importa cómo ores, lo importante es que lo hagas en la mañana, en la noche y antes y después de comer.

(Traducido de: Arhim. Teofil Părăian, Punctele cardinale ale Ortodoxiei, Editura Lumea credinței, p. 188-189)