El hombre juicioso que sirve a su Señor
La descripción más exacta del carácter humano perfecto, o más bien de la personalidad, es la imitación fiel del modelo de nuestro Señor.
Propio del hombre juicioso es la libertad frente a toda sensación irracional y frente a toda disposición y movimiento pasional. De aquí brotan el control y el dominio sobre los pensamientos, y luego sigue el uso correcto e impecable de las cosas. Igualmente, la conducta afable y delicada hacia los más cercanos, la mente humilde, la compasión, la misericordia, el hacer el bien a todos, la firmeza de la voluntad en las decisiones que toma —en contraste con la inconstancia de antes— son rasgos del hombre juicioso.
La descripción más exacta del carácter humano perfecto, o más bien de la personalidad, es la imitación fiel del modelo de nuestro Señor, porque solo Él devolvió la integridad de nuestra naturaleza. Esto lo han demostrado de manera indudable todos aquellos que, siendo “de Cristo”, con la ayuda de la Gracia han “llevado” la imagen del “Altísimo”, y, según el Apóstol Pablo, en ellos “lo que es mortal ha sido absorbido por la vida” (II Corintios 5, 4). Sin embargo, es necesario saber que, sin la ayuda de la Gracia Divina, le es imposible al hombre “caído” y “quebrantado” recobrar aquello que perdió.
(Traducido de: Gheronda Iosif Vatopedinul, Dialoguri la Athos, Editura Doxologia, p. 100-101)
