Palabras de espiritualidad

El juicio de Dios para retribuir nuestros actos

    • Foto: Magda Buftea

      Foto: Magda Buftea

Translation and adaptation:

Castigando a los malos, Dios disuade a muchos de pecar, por temor a no sufrir lo mismo. Y, dejando sin retribución a muchos de los que hacen el bien, los exhorta a pensar que serán recompensados en un tiempo venidero.

Para que no dudemos de la veracidad del Juicio futuro, y para que los hombres no se vuelvan aún más perversos, desconsiderando esta verdad, ya desde esta vida Dios castiga a muchos de los que obran el mal y premia a quienes se dedican a hacer el bien. El hecho de que no recompense a todos los buenos nos da la certeza de toda la doctrina sobre el Juicio futuro. Por otra parte, el hecho de que a algunos malos no los castigue antes del Juicio Final, ayuda a que se despierten muchos de los que hoy yacen en el sueño de la desidia y la indiferencia. De esta manera, castigando a los malos, disuade a muchos de pecar, por temor a no sufrir lo mismo. Y, dejando sin retribución a muchos de los que hacen el bien, los exhorta a pensar que serán recompensados en un tiempo venidero.

Por eso es que Dios no castigó inmediatamente con la muerte a Caín, después de que este mató a su hermano, sino que lo dejó deambular por el mundo entre llantos y suspiros, de tal suerte que quienes habrían de venir después de él, viendo las consecuencias de sus actos, pudieron tomarlo como ejemplo de lo que no hay que hacer.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, p. 176)