Palabras de espiritualidad

El mandamiento de amar a quien no nos ama

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El odio siempre encuentra cómo brotar. Dices que no tienes ningún problema con esa persona, pero ni siquiera le das los “buenos días”. ¿Estás seguro de que no tienes ningún problema con él?

¿Cómo tenemos que prepararnos para la Santa Comunión?

—La Santa Comunión te perfecciona, no te perdona los pecados. Si acudes a confesarte, Dios te absuelve de tus pecados, por medio del sacerdote, y te permite comulgar. Sin embargo, primero tus pecados deben ser borrados. Por ejemplo, puede que sientas odio hacia alguien, porque te ofendió, de manera que llegaste a pensar: “Eso es asunto suyo, ¿cuál es el problema si me ofendió?”. ¡No! Tienes que permanecer cerca, entablar con él un lazo espiritual, o reconocer si tú mismo te equivocaste; o, finalmente, impedirle que alimente en su alma un resentimiento espiritual hacia ti. No digas: “¡Yo no tengo nada con él!”, porque sigue siendo una forma de desprecio y de verte en una posición de superioridad frente a él. Conserva un vínculo mesurado, ante todo, armonioso. Habla con él, para que vea que eres una persona cálida, no desagradable. El odio siempre encuentra cómo brotar. Dices que no tienes ningún problema con esa persona, pero ni siquiera le das los “buenos días”. ¿Estás seguro de que no tienes ningún problema con él? O puede que saludes a todo el mundo, pero con amargura y reticencias. ¡Claro que eso no está bien! Que no se te olvide que el amor al enemigo es un mandamiento. ¿Y el amor a quienes no son nuestros enemigos? ¿Y qué hacer con ese que, al verte, dice: “¡Mira qué tipo tan extraño viene aquí!”. Tenemos que asumir con seriedad nuestra relación con los demás, nuestra relación tácita, no manifiesta. Tenemos que compadecerlos o bendecirlos en nuestro corazón.

Recuerdo que, cuando estuve en prisión, había ahí un hombre que tenía fama de ser muy malo. Era imposible relacionarse con él. Entonces, me dije en mi corazón: “¡Que no se te olvide que también este hombre tiene una madre que lo ama! Nosotros no lo amamos. ¡Qué maravilla que también a él haya alguien que lo ame!”. ¿Para qué complicarnos, juzgando a los demás?

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ediția a II-a, volumul al III-lea, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 42-43)