El mundo es inconstante
Por las bondades pasajeras, el mundo te ofrece la condena eterna; en cambio, por un poco de esfuerzo, lo que recibes del Señor es gloria, honor y una felicidad sin fin.
Hoy un poderoso te aprecia y te promete toda clase de bienes, pero mañana su amor se convierte en odio, y hasta te persigue para matarte. ¿Por qué pasa esto? Porque el mundo ya no tiene ninguna verdad, ninguna estabilidad, como sucediera cuando nuestro Señor entró en Jerusalén y el pueblo lo recibió con una honra desmedida, para, pocos días después, insultarlo y vilipendiarlo.
El domingo salieron a su encuentro con ramos de palma y flores, y el viernes lo torturaron sin piedad. El domingo, la gente arrojó sus mantos al suelo para que sobre ellos pasara el Señor, y el viernes le arrancaron Su túnica y después lo sometieron a crueles castigos. Primero le dijeron: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”, y a los pocos días esa misma gente clamó a Pilatos: “¡Crucifícale, crucifícale a Él!”. El domingo, el Señor entró en la ciudad con gloria y honor, como un Dios, y el viernes salió en el oprobio más terrible, y lo crucificaron como si fuera un bandido, un malhechor. ¿No te parece que ese cambio tan radical en la gente es una muestra de inconstancia? Por eso, no confíes completamente en el mundo, porque es muy volátil. Confía solamente en el Señor y sírvele con toda tu alma, porque Él es rico y generoso, en tanto que el mundo siempre te pagará el bien con el mal, como bien dice el profeta: “Me han retribuido lo malo en vez de lo bueno”. Por las bondades pasajeras, el mundo te ofrece la condena eterna; en cambio, por un poco de esfuerzo, lo que recibes del Señor es gloria, honor y una felicidad sin fin.
(Traducido de: Agapie Criteanu, Mântuirea păcătoșilor, Editura Egumenița, 2009, pp. 250-251)