Palabras de espiritualidad

El niño es un ser con mente elevada

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Esto es algo que puede comprobarse fácilmente cuando entra en el salón de clases un profesor nuevo. Dos segundos son suficientes para que todos los niños de aquella clase entiendan quién se halla frente a ellos y cuál es su forma de actuar.

Si el niño no es capaz de expresar sus ideas o estructurarlas en su mente, no es porque sea tonto, así como un campesino cualquiera puede que no se exprese tan refinadamente como (Iván) Turgueniev, aunque no sea, en absoluto, más torpe que él.

Bien, el niño es igual de inteligente que nosotros, adultos. Podemos encontrar en los niños, incluso en los más pequeños, determinados momentos de inspiración extraordinaria, que nos dejan asombrados. Puede tratarse de alguna frase formulada con maravilloso ingenio o la invención de fascinantes palabras nuevas. Aún más: he sido testigo de algunas manifestaciones de auténtica “visión espiritual” y don profético en varios niños, el cual, desde luego, desaparece con la pérdida de la pureza espiritual.

Puede que, de cierta manera, el Señor tuviera esto en cuenta al pedirnos que fuéramos como niños. Podemos aproximarnos a los misterios del Evangelio y su comprensión, ¿pero cuánto de ellos entendemos verdaderamente? Entonces, es justo reconocer que para entender y recibir adecuadamente la plenitud del Evangelio, no importa cuán inteligentes y cultos seamos. (...)

Así las cosas, podemos afirmar que el niño es un ser con una mente elevada. Esto es algo que puede comprobarse fácilmente cuando entra en el salón de clases un profesor nuevo. Dos segundos son suficientes para que todos los niños de aquella clase entiendan quién se halla frente a ellos y cuál es su forma de actuar. Rápidamente se adaptan a él y aprenden cómo comportarse con él. ¿Cómo es que logran leer tan bien las fisionomías? El maestro acaba de entrar al salón y ¡listo! ellos ya lo “leyeron”. El adulto es un ser complejo, pero no para el niño, quien lo percibe como si fuera transparente. ¿Cómo? ¿Por qué? ¡Esa es la cuestión!

(Traducido de: Educarea copilului: sfaturi ale duhovnicilor și psihologilor ortodocși, Traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, București, Editura Sophia, 2013, pp. 44-45)

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