Palabras de espiritualidad

El orgullo y el alejamiento de Dios

  • Foto: Doxologia

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Alejándolo de Dios, el orgullo hace que el hombre se encierre en su propio círculo. El orgulloso, por dotado que parezca en lo intelectual, siempre vivirá afuera del amor infinito de Cristo.

El orgullo es el oscuro e insondable abismo al que se abalanzó el hombre en su caída. Inclinándose hacia este voluntariamente, el hombre se quedó ciego espiritualmente, incapacitado para reconocer su presencia en los movimientos del corazón y la mente. Solamente la Luz que es eterna, con su descenso sobre nosotros, por medio de la fe en la Divinidad de Jesucristo, hace posible divisar la esencia metafísica del orgullo. La Gracia del Espíritu Santo ilumina el corazón del hombre, y este descubre en su interior la presencia de ciertos tumores malignos que le traen la muerte. Para aquel que ha vivido la experiencia del amor Divino, normalmente le parece repulsiva la pestilencia específica y venenosa de la pasión del orgullo. Alejándolo de Dios, el orgullo hace que el hombre se encierre en su propio círculo. El orgulloso, por dotado que parezca en lo intelectual, siempre vivirá afuera del amor infinito de Cristo. Ebrio por lo dulce del veneno de la auto-divinización diabólica, el hombre, aún viviendo en el Paraíso, enloqueció y se hizo prisionero del infierno. Vuelto hacia sí mismo como si fuera el centro de todo, tarde o temprano se dará de bruces con una terrorífica soledad, esa de la cual había sido llamado por el Creador en esta vida. Y, volviéndose hacia afuera, para hallar alguna compensación en el mundo que le rodea, se haee ofrenda de toda perversión, capaz de cualquier iniquidad.

(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Vom vedea pe Dumnezeu precum este, Editura Sophia, Bucureşti, 2005, pp. 36-37)