El perdón es la piedra angular para la edificación del amor
Aquí es donde tenemos que empezar a trabajar el amor. ¿Cómo? ¡Perdonando! “No puedo perdonarle, porque es un orgulloso”. Pero ¿cómo eres tú?
“Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de especial? ¿No hacen eso también los paganos? Por eso, Yo os digo: amad a vuestros enemigos”. Este es el examen del amor. ¿Quiénes son nuestros enemigos? No los que asaltan nuestro apartamento, ni los que nos roban el automóvil, ni los que vienen con espadas a invadir nuestro país.
Nuestros enemigos son esos que nosotros mismos nos creamos. Son esas personas de las cuales tenemos una muy mala opinión, aquellos que nos perturban con su sola presencia, con sus palabras, con su forma de ser. Esas personas de las que decimos: “¡Ni me lo mencionen, que estoy harto de él!”. Aquí es donde tenemos que empezar a trabajar el amor. ¿Cómo? ¡Perdonando! “No puedo perdonarle, porque es un orgulloso”. Pero ¿cómo eres tú? ¡Perdona! El perdón es la señal más fuerte, la piedra angular sobre la cual posteriormente se construye el amor.
(Traducido de: Ieromonah Savatie Baștovoi, A iubi înseamnă a ierta, Editura Cathisma, București, 2010, pp. 68-69)