Palabras de espiritualidad

El perturbador sueño de un joven rico

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

Translation and adaptation:

“Aquí. en el Cielo, nuestro Constructor Celestial levanta una casa para cada persona (II Corintios 5, 1)”.

Un joven muy rico, quien vivía entre toda clase de comodidades y placeres, pero completamente ajeno a las cosas del alma, una noche tuvo un sueño, si se le puede llamar así, redentor. Soñó que había llegado al Paraíso y se maravillaba de todas sus bondades, en compañía de San Pedro, quien lo iba instruyendo en todo lo necesario para morar en aquel lugar. Mientras caminaban, el joven se detuvo ante un imponente y bellísimo palacio que estaba siendo construido. Admirado, vio cómo en la edificación de aquella magnífica mansión se utilizaban solamente materiales de oro y plata pura.

—¿Para quién están construyendo este hermoso palacio? —preguntó.

—Para Nicolás, tu sirviente —dijo San Pedro.

—¿Nicolás? ¡Él no sabrá cómo utilizar este palacio! Vive en una pequeña choza… ¡Seguramente se terminará extraviando en un lugar tan grande!

San Pedro guardó silencio.

Prosiguieron su camino y llegaron a un claro, en donde un hombre estaba construyendo un humilde bohío de paja, caña y arcilla.

—¿Qué es esto? —dijo el joven, con una sonrisa de incredulidad—, ¡en mi vida había visto algo así! ¿A quién se le ocurre construir una casa con caña y paja? ¡Una pequeña chispa y todo quedará reducido a cenizas! ¿Para quién están construyendo esta choza?

—Para ti —respondió San Pedro.

—¿Cómo? ¿Para mí? ¡Imposible! Toda mi vida he vivido en un palacio… ¡No resistiría ni siquiera un minuto en una casucha como esta! —replicó el joven.

—Y, sin embargo, esta será tu casa —dijo San Pedro—-. Debes saber, querido joven, que aquí en el Cielo, nuestro Constructor Celestial, que es Dios, levanta una casa para cada persona (II Corintios 5, 1). Nicolás, tu sirviente, vive una vida de oración y buenas acciones. Él nos da el material para su casa: oro y plata. Pero tú vives una vida llena de comodidades, y con eso nos das un material que no podrá resistir el fuego: caña, paja y arcilla.

Mientras conversaban, la choza empezó a quemarse, crepitando con fuerza y haciendo crujir las paredes, que poco a poco se iban desmoronando. Con ese aterrador espectáculo, el joven se despertó, temblando de miedo. Aquel sueño lo había estremecido profundamente. Lleno de determinación, renunció a su inútil forma de vida y empezó a juntar “materiales” resistentes para su morada eterna.

“Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo” (I Corintios 3, 11). “Que cada cual se fije bien de qué manera construye” (I Corintios 3, 10).  “Sobre este fundamento uno puede construir con oro, plata, piedras preciosas, maderas, caña y paja. El trabajo de cada uno aparecerá claro el día del juicio, porque ese día se manifestará con fuego, y el fuego probará la obra de cada uno” (I Corintios 3, 12-13).

(Traducido de: Protosinghelul Nicodim Măndiţă, Capcanele Iadului, Editura Agapis, Bucureşti, 2008, pp. 26-28)