El profundo significado de la oración
El hombre de oración deviene en “iglesia de Dios” (I Corintios 3, 16), y el Señor vuelve Su corazón y Su mirada hacia él, y lo “marca” con Su Nombre.
La oración es regresar a Dios, es lo que ocurre cuando la criatura se vuelve hacia la luz de Aquel que es Eterno. Portando en su interior el hálito vivificador de Dios e invocando Su Nombre, el hombre atrae hacía sí Su presencia (Job 7, 18). El hombre de oración deviene en “iglesia de Dios” (I Corintios 3, 16), y el Señor vuelve Su corazón y Su mirada hacia él, y lo “marca” con Su Nombre.
Esta labor recíproca del hombre volviendo a Dios y de Dios volviendo al hombre genera un vínculo personal, una implicación entre ellos. Para el hombre, este vínculo es profundo y dador de vida. Así pues, la oración es el medio más valioso y sin el cual la participación del hombre con Dios es imposible.
(Traducido de: Arhimandritul Zaharia Zaharou, Lărgiți și voi inimile voastre!, Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2009, pp. 149-150)