El propósito de los mandatos divinos
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El Señor nos dejó los mandamientos para y de acuerdo a las fuerzas del alma.
La caridad apacigua la vehemencia del alma; el ayuno languidece los apetitos, en tanto que la oración purifica la mente y la prepara para la contemplación de las cosas. El Señor nos dejó los mandamientos para y de acuerdo a las fuerzas del alma.
(Traducido de: Filocalia, vol. II, Editura Apologeticum, 2005, p. 83)
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