Palabras de espiritualidad

El santo que dio su bendición a unas monjas para que comieran cuatro veces al día

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

El amor es siempre lo más importante. Aquel santo, quien a su vez ayunaba y velaba todo el tiempo, además de permitirle a las monjas del Monasterio Diveevo que comieran cuatro veces al día, les dejaba guardar trocitos de pan seco bajo la almohada, en caso de que el hambre les atacara por la noche, eso sí, tan sólo “para que no se angustiaran por ello”.

San Serafín de Sarov, quien permaneció durante mil días y mil noches de rodillas sobre una piedra, era muy indulgente con los demás. Por ejemplo, les permitió a las monjas del Monasterio Diveevo que comieran cuatro veces al día —costumbre que se mantiene hoy en día—, algo que para los griegos podría parecer una anomalía. Aquel santo, además, les dejaba guardar trocitos de pan seco bajo la almohada, en caso de que el hambre les atacara por la noche, eso sí, tan sólo “para que no se angustiaran por ello”.

Ese “para que no se angustiaran” es un fundamento de la vida espiritual. Los grandes ascetas saben que una aflicción, una pena, aún pequeña, provocada a alguien más, puede hacer que Dios deje de atender nuestra oración.

(Traducido de: Ierodiacon Savatie Bastovoi, În căutarea aproapelui pierdut, Editura Marineasa, Timișoara, 2002, p. 59)

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