Palabras de espiritualidad

El secreto para una relación perfecta

  • Foto: Valentina Birgaoanu

    Foto: Valentina Birgaoanu

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Un vínculo conyugal sano no se construye pulsando algún botón mágico, o en un sólo día. El desarrollo de una correcta relación conyugal requiere mucho trabajo por parte de quienes la componen. Mucho y perseverante trabajo, sin descanso.

Muchas parejas jóvenes se casan llenas de expectativas completamente irreales. Creen que el vínculo conyugal presupone un romanticismo eterno, lleno de pasión. Muchos cónyuges esperan que ese vínculo satisfaga todos y cada uno de sus anhelos. Y es que, necesitados (o necesitadas) de un sentimiento de seguridad, buscan a alguien que les cuide y les ofrezca —inmediatamente— estabilidad financiera, intercambio intelectual y éxtasis erótico. Buscan una relación que sea perfecta, como por arte de magia.

A menudo, cuando las personas deciden casarse, olvidan que en el matrimonio no solamente recibes, sino que también debes dar. ¿Y qué sucede después? Que el individuo siente que no tiene nada que dar o que la otra persona no debería esperar nada de parte suya. Por eso, cuando da, lo hace con con fastidio, sin paz y creyendo que se está sacrificando.

Puede ocurrir que, en un momento dado, en el matrimonio, sólo uno deba dar y el otro recibir, aunque esto les parezca insuficiente. Ciertamente, antes de casarse cada uno creía que el otro tendría suficiente para los dos. Pero más tarde, cuando aparece el más pequeño desacuerdo, se hace evidente que lo que hay no alcanza ni siquiera para uno sólo.

Un vínculo conyugal sano no se construye pulsando algún botón mágico, o en un sólo día. El desarrollo de una correcta relación conyugal requiere mucho trabajo por parte de quienes la componen. Mucho y perseverante trabajo, sin descanso.

(Traducido de: Pr. Filoteu Faros, Pr. Stavros Kofinas, Căsnicia: dificultăţi şi soluţii, traducere din limba greacă de preot Şerban Tica, Editura Sophia, Bucureşti, 2012, p. 101)