Palabras de espiritualidad

El tiempo que nos ayuda a alcanzar la salvación

    • Foto: Maria Burla

      Foto: Maria Burla

Debemos continuar avanzando, ignorando este estado amenazado por la muerte, confiados en que encontraremos la plenitud de la vida.

El tiempo es como la distancia existente entre los dos extremos de un puente. En esto hay algo ambiguo, algo inseguro. Y es que, o nos movemos con dirección a la plenitud de la vida, o nos encaminamos a la muerte. Es como una huída de Egipto, que pasa por el desierto de Sinaí y busca el camno hacia Canaán, o como la escapada de Lot desde Sodoma hacia otro lugar, atravesando un territorio en el cual no puede permanecer. Quedarse en el mismo lugar es igual a morir; debemos continuar avanzando, ignorando este estado amenazado por la muerte, confiados en que encontraremos la plenitud de la vida. En términos prácticos, esto significa que no vivimos más para nosotros mismos, sino para Aquel a Quien podremos encontrar solamente si renunciamos, si morimos para lo que hemos sido hasta este momento. Aceptar perder una vida engañosa, para obtener la vida verdadera, en esto consiste vencer la muerte por medio de la muerte. Pero, solamente cuando esta aceptación de la muerte para nosotros mismos represente lo mismo que la vida para la Persona suprema de Dios, solo entonces esta muerte nos llevará a la vida verdadera. “Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por Mí la salvará”. San Cirilo de Alejandría dice. “No nos podemos presentar ante Dios sino en un estado de sacrificio”, de muerte voluntaria para con nosotros mismos.

Por otra parte, la persona que se sale de sí misma solamente para acumular más y más cosas, no avanza hacia la vida sino hacia la muerte. Utilizando su tiempo solamente para mostrarse a sí mismo en primer lugar, el individuo refuerza su propio egoísmo. Semejante tiempo, lleno de sí mismo, no es un tiempo per se, porque deja de ser un intervalo que separa personas humanas, y a las personas humanas de la Persona divina. El tiempo que vivimoe en egoísmo, lejos de Dios, es solamente un tiempo aparente, porque no lo utilizamos para salir de nosotros hacia los demás. El tiempo, visto como un mero intervalo entre una persona y las cosas a su alcance, o entre la persona y las demás —consideradas como objetos que pueden ser explotados para el uso propio—, no puede ser entendido como “tiempo”, bajo ninguna forma; es simplemente una carrera en el vacío de la propia alma hacia la muerte total.

(Traducido de: Pr. Dumitru Stăniloaie, Timp şi veşnicie, SLG Press Convent of the Incarnation Fairacress, Oxford)