El trabajo conjunto de la fe y la contrición
La fe vive de la contrición. Sin contrición, la fe es como un árbol sin savia, seco y estéril.
La fe y la contrición se fortalecen recíprocamente en aquel que busca la salvación.
La contrición le muestra al hombre la carga de sus pecados y lo arredra con el implacable juicio de la justicia divina. Pero viene la fe y le muestra al hombre su Salvador, Aquel que quita los pecados del mundo.
El que se arrepiente se refugia en su Salvador y, arrojando la carga de sus pecados al confesarse, corre con alegría tras Él, por el camino de Sus mandamientos. De esta forma, la fe se engendra en la contrición y se apoya en ella. El hombre que se arrepiente de sus pecados, se aferra fuertemente a la fe, porque siente la libertad que esta le concede. La fe vive de la contrición. Sin contrición, la fe es como un árbol sin savia, seco y estéril.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, p. 11)