Palabras de espiritualidad

El valor que nos dan los santos

    • Foto: Oana Nechifor

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Translation and adaptation:

Si alguna vez evitan nombrar brutalmente las debilidades de los otros, lo hacen para no desanimarlos y para estimular su rubor, su delicadeza, su agradecimiento, su sencillez y su sinceridad.

Los santos alcanzan la simplicidad más pura, porque sobrepasan en sí mismos cualquier dualidad, cualquier duplicidad, dice San Máximo el Confesor. Vencen la lucha entre cuerpo y alma, entre buenas intenciones y actos, entre apariencias engañosas y pensamientos ocultos, entre lo que pretendemos que somos y lo que somos de hecho. Ellos se “simplifican”, porque se entregan completamente a Dios. Este es el motivo por el cual se entregan también a quienes les rodean. Y si alguna vez evitan nombrar brutalmente las debilidades de los otros, lo hacen para no desanimarlos y para estimular su rubor, su delicadeza, su agradecimiento, su sencillez y su sinceridad.

Los santos siempre nos dan coraje. A veces minimizan las exageradas proporciones que las personas atribuyen, con su imaginación, a sus propios defectos, pecados y pasiones. Ellos nos sanan del sentimiento de desesperanza o de impotencia total. A veces también reducen el orgullo de los demás con un humor delicado, sutil. Ellos sonríen, no se ríen ruidosa o sarcásticamente. Otras veces, ante los hechos inmorales y las pasiones más reprochables, ellos demuestran una firme seriedad, pero jamás inspiran terror. Además, conceden un valor infinito a los más pobres, porque, con Su Encarnación, Cristo concedió ese valor infinito a todos los hombres. Los santos ven a Cristo en cada persona.

(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Rugăciunea lui Iisus și experiența Duhului Sfânt, Ed. Deisis, Sibiu, 1995, p. 47)