El verdadero amor sufre por los demás
Este amor se irradia sobre el mundo y los hombres, a los cuales ha llegado a amar tanto, que el alma pide asumir para sí misma toda la miseria y toda la infelicidad humana, con tal de librar a sus semejantes de la aflicción.
Cuando la Gracia obra en el alma del creyente que ora, el amor de Dios viene y la inunda de una forma tal que siente que no puede sufrir lo que está sintiendo. Después, este amor se irradia sobre el mundo y los hombres, a los cuales ha llegado a amar tanto, que el alma pide asumir para sí misma toda la miseria y toda la infelicidad humana, con tal de librar a sus semejantes de la aflicción. En general, sufre con la tristeza y el pesar de los demás, incluso con el sufrimiento de los animales, llorando al ver su dolor.
Estas son las características del amor, que la oración propicia y pone en acción. Por eso, aquellos que son experimentados en la oración no dejan de orar por el mundo. De ellos depende incluso la prolongación de la vida en nuestro planeta, aunque esto que digo parezca extraño u osado. Y si nos faltan esas personas, sin duda vendrá el fin del mundo.
(Traducido de: Cuviosul Iosif Isihastul, Starețul Iosif Isihastul, Editura Evanghelismos, București 2009, p. 207)