Lo importante no es el resultado, sino el esfuerzo voluntario del pecador. Por eso, los Santos Padres no encomian tanto los frutos, que al comienzo son demasiado endebles, como la voluntad y el esmero, que al principio son más grandes que los grandes frutos de los más avanzados.

El principiante debe ser alentado a no desesperar cuando vea la enorme discrepancia entre el esfuerzo realizado y sus resultados, porque ante los ojos de Dios lo primordial es la voluntad. Precisamente por esta razón es que la voluntad es lo primero que atacan los demonios.

(Traducido de: Ierodiaconul Savatie Baștovoi, În căutarea aproapelui pierdut, Editura Marineasa, Timișoara, 2002, p. 75)