“En donde te encuentre, allí te juzgaré”. Tal es la importancia del momento.

¿Te encontró en contrición?¿Te encontró en confesión? ¿Te halló diciendo, “Padre, te he fallado a tí y al Cielo”?[1] ¿Te encontró derramando lágrimas de arrepentimiento sincero y reprendiéndote a tí mismo? Porque, en un momento, Dios te juzgará, así como lo prometió: “El Señor es fiel a Sus palabras”[2].

Si, al contrario, Él te encuentra en lo opuesto —¡Oh, hombre!— entonces se te abrirán los ojos del alma y podrás ver cuánto perjuicio te has hecho. Sabiendo que Dios te va a juzgar, es importante arrepentirte lo antes que puedas; piensa que cuando el banquete ha llegado a su final, todos los discursos son ya inútiles... todo ha terminado.

¡Qué grande es este misterio! ¡Oh, Dios mío, Dulcísimo Jesús mío, abre los ojos de mi alma para que pueda ver con claridad el misterio de la eternidad de mi salvación, para preparar las provisiones, ayudado por Tu Gracia, no sea que al final de mi vida me encuentre sin premio! Porque, como puedes ver, no hago más que seguirme llenando de iniquidades. Dame lágrimas y un arrepentimiento sincero antes de que me venga el momento final, cuando he de escuchar Tu voz, diciendo: “Prepara todo en tu casa, porque dejarás de vivir”.

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[1] Lucas 15, 18.

[2] Salmos 144, 13.

Fuente: marturieathonita.ro/in-ce-te-voi-gasi-intru-aceea-te-voi-judeca