En la Divina Liturgia encuentro las respuestas más importantes de mi ser como cristiano
En la Eucaristía, el Reino de Dios —del cual el creyente es ciudadano, gracias al Bautismo— se hace perceptible directamente para sus sentidos espirituales.
La Eucaristía, o “Divina Liturgia”, es el momento y el lugar idóneos para que el cristiano se haga consciente de lo que es en realidad. En la Eucaristía, el Reino de Dios —del cual es ciudadano, gracias al Bautismo— se hace perceptible directamente para sus sentidos espirituales. La Divina Liturgia empieza con la exclamación: “Bendito es el Reino del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo”.
En la Liturgia, la Iglesia —es decir, la congregación de los fieles— deja de ser una organización humana, para devenir, realmente, en la “Iglesia de Dios”. Y cuando Cristo Mismo conduce dicha congreación, esta se convierte en Su Cuerpo. Con esto, las divisones entre los distintos sucesos históricos concretos y la eternidad se desvanecen.
(Traducido de: John Meyendorff, Căsătoria ‒ perspectiva ortodoxă, Editura Renașterea & Editura Patmos, Cluj-Napoca, 2012, p. 20)