Palabras de espiritualidad

En la educación de los hijos, lo más importante es el amor

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Procuren no crear inusuales conflictos, para no arruinar la relación espiritual con sus hijos. Cuando mis hijos eran todavía muy pequeños, un archimandrita me dijo: "Esfuérzate en lograr que tus hijos te amen: sólo entonces podrás hacer con ellos cualquier cosa”.

Todos deseamos que nuestros hijos sean mejores que nosotros.

No obstante, debemos ser precavidos, para no tensar la cuerda más de lo debido. Me recuerdo algo que me dijo una vez mi hijo, "Papa, quiero un elefante". Le respondí que los elefantes comen mucho y que le costaría alimentarlo, pero, "para entrenarte, empieza dándole de comer a todos". Pasaron dos días. Entonces, volvió a buscarme, para decirme, "No, papá, en realidad no necesitamos ese elefante... comen demasiado". Él solo llegó a la conclusión que, aunque sería especial tener un elefante, no podría terminar de alimentarlo.

Procuren no crear inusuales conflictos, para no arruinar la relación espiritual con sus hijos. Cuando mis hijos eran todavía muy pequeños, un archimandrita me dijo: "Esfuérzate en lograr que tus hijos te amen: sólo entonces podrás hacer con ellos cualquier cosa”. ¿Cómo lograrlo? Eso ya es asunto de cada quién.

Y algo más: esto que acabo de decir es válido no sólo para niños. Porque puedes hacer lo que quieras, con cualquier persona (por supuesto, hablando sólo de cosas buenas), si entre los dos hay una relación de amor. Tomemos como ejemplo al gran general Suvorov. Sus soldados lo amaban y hacían lo imposible por cumplir sus órdenes, en el campo de batalla. Si en la base de las relaciones familiares, lo que hay es amor, entonces todo es posible, nunca lo olvidemos. Todo lo que hagan en relación de sus hijos, que sea sin perder el sentimiento del amor. Un día, un sacerdote recibió la visita de cierta persona, quien le dijo, “Padre, ¿qué puedo hacer si alguien no me deja en paz?” Y el padre respondió, “No le hagas caso”. “¿Y si insiste?”, replicó la persona. “Entonces, perdónalo”. “¿Y si no cede?”, insistió. “Entonces, árdelo” (con mucho amor).

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul: 300 de sfaturi înțelepte pentru părinți de la sfinți și mari duhovnici, trad. de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2011, p. 119-120).



 

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