La felicidad de los ángeles no es otra cosa que su participación en la felicidad de Dios, participación que se manifiesta con la visión incesante del Su Rostro (Mateo 18, 10). Ver a Dios es la primera causa del inefable júbilo de los ángeles. Ellos también gozan de la comunión de amor mutuo que existe en el Cielo. Que no se nos olvide que también el Santo Apóstol Pablo nos habla de las lenguas de los ángeles y que, cuando se alzó hasta el tercer cielo, pudo escuchar palabras que ningún hombre podría decir (I Corintios 13, 1; II Corintios 12, 2-4).

Finalmente, los ángeles se regocijan con la salvación de los hombres, a la cual contribuyen como siervos y colaboradores de Dios. El Señor Mismo dice que “los ángeles de Dios se alegran con el arrepentimiento de un pecador” (Lucas 15, 10)

(Traducido de: Avva Eustratie Golovanski, Caută şi vei afla. Răspunsuri la întrebările creştinilor, Editura Cartea Ortodoxă, 2009, p. 116)