—¿En qué consiste renunciar al mundo?

—Consiste justamente en esto: en desear con fuerza tomar tu cruz y llevarla así como lo hizo nuestro Señor para la salvación del mundo; es una forma de locura por Cristo. Ir allí donde te podrías perder, pero ir para encontrarte, en el sentido de abandonar tu propia voluntad. Todo ésto representa una lucha enorme, una lucha con Dios, Quien te creó con libre albedrío. También nosotros debemos luchar en contra de esto. Él creó el libre albedrío, para que renunciemos a él. Y entonces, luchando con Dios, Él nos pide ser vencido, lo que no es posible en este mundo. En el mundo debes obedecerte a tí mismo, defender tu propia voluntad, seguir el orden de las cosas, guardar ciertar armonía en tu entorno... Pero, en el monasterio, te desintegras como personalidad humana, y te rehaces como personalidad angélica. Y, entonces, verás que, perdiéndote, te encontrarás. ¡Esto es lo más importante que pueda existir, cuando el hombre, siendo creación de Dios, es capaz de salir del mundo para dedicarse a la vida monástica, indiferentemente del lugar en que se haga, sea en comunidad o en solitario! Yo les recomendaría la vida en comunidad, porque para ser un asceta solitario es necesaria una aptitud extraordinaria, así como la tuvo San Juan Climaco y todos los Santos que vivieron en la soledad.

(Traducido de: Ne vorbește Părintele Arsenie, ed. a 2-a, vol. 3, Editura Mănăstirea Sihăstria, 2010, pp. 24-25)