El Ojo de Dios observa día y noche el corazón de las personas y sus deseos. Si eres correcto, recibirás la recompensa del justo. Si eres pérfido, vendra sobre tí la ira de Dios y un día habrás de conocer Su espada. Esto lo dijo claramente el rey y Profeta David. El problema es, Anastasio, qué clase de cristianos somos. Hemos llegado a un punto en el que pareciera que el humo de la mirra nos ha enceguecido, vistiéndonos con la manta de las dudas.

Ser cristiano es sacrificarse. Ser cristiano consiste en llenarte con sólo ver al hambriento comer. Ser cristiano consiste en alegrarte en el alma cuando tu semejante se encuentra con Dios. Ser cristiano consiste en vivir y participar de la alegría y bienestar de tu semejante, como si se tratara del tuyo propio. Ser cristiano es, así como dice David, soportar el sufrimiento, porque desde siempre ha sido el camino más seguro hacia el Cielo. Ser cristiano es que te duela el sufrimiento del otro. No puedes llamarte cristiano y ser también masón, codicioso y farsante; es también evitar a los que se han alejado, conscientemente, del Todopoderoso, eligiendo servir al maligno y a sus legiones.

(Traducido de: Dionisie A. Makris, Iannis cel nebun pentru Hristos, Editura Evanghelismos, 2010, p. 59)