Padres, si desean tener hijos buenos, juiciosos y sanos, primero deben ustedes ser buenos, creyentes, obedientes a la Iglesia y llenos de temor de Dios. Porque los niños son, de hecho, copias de sus padres. Ellos imitan lo que escuchan y ven que hacen sus padres. La educación de los niños, entonces, empieza desde el mismo día de la boda, desde el día en que fueron concebidos.

Para tener hijos juiciosos y creyentes, los padres deben orar mucho, asistir con regularidad a la iglesia, ayunar cuando está establecido, confesarse con frecuencia, respetar la continencia carnal en los días señalados por la Iglesia, practicar la caridad, ser mansos, humildes y llenos de amor por los demás. Los esposos están obligados a respetar los días mencionados de abstinencia íntima, y no utilizar ningún método para evitar la concepción.

(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 51)