Si no te casas, o si te casas, o si eliges el camino del monasterio, pero tienes una vida religiosa —hay mucho qué decir sobre lo que esto significa— irás al Paraíso, quedando todo a la misericordia de Dios, porque el hombre es incapaz de hacer algo para llegar al Cielo. Hace lo que puede, pero no es capaz de hacer lo necesario para entrar al Paraíso. Entonces, con esta incapacidad nuestra, viene Dios con Su misericordia y lo hace posible.

Pero, ojo: no es el matrimonio, el monacato, el celibato, o cualquier otro estado, en sí, lo que te llevará al Paraíso o te echará de Él. Lo que interviene es la misericordia y la Gracia de Dios, sumándose a lo que tú hagas. Por eso, decimos que, teniendo una fe correcta y buenas obras, coadyuvando al poder de Dios, nos salvaremos. No decimos que otros no se salvarán, sino que decimos que tenemos la garantía de la salvación por medio de ello, por medio del Sacrificio de nuestro Señoir Jesucristo y, con éste, nuestra propia participación.

(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, De la prietenie la iubire, Editura Agaton, p. 159)