Vigila tus oídos cuando escuches que se juzga a otros, porque esto es lo que Dios nos manda hacer (Éxodo 23, 1). Los mejor es apartarte de las ofensas y murmuraciones en contra de tu semejante, especialmente cuando se trata de algún hombre de Dios, tal como el Apóstol le ordena a Timoteo, diciendo: “No admitas acusación alguna contra un presbítero, si no está sostenida por dos o tres testigos” (I Timoteo 5, 19).

Imitando a Alejandro Magno, mejor mantén abierto un solo oído cuando escuches a alguien difamar a otro, y no ambos oídos, ni asumas en tu interior lo que se habla; de lo contrario, estarás cometiendo un juicio nulo, al no hallarse presente el que es juzgado. Porque muchas decisiones injustas y arbitrarias nacen como consecuencia de tales murmuraciones.

(Traducido de: Sfântul Nicodim Aghioritul, Paza celor cinci simţuri, Editura Egumeniţa, Galaţi, p. 142)