Es mejor no responder a las ofensas
Si respondemos inmediatamente a las ofensas, mucho es lo que perdemos. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo se va de nosotros.
Hace mucho tiempo, hubo un asceta que era muy apreciado por su experiencia y sus virtudes. Un día, para llegar a cierto lugar, tuvo que atravesar la ciudad más próxima. Al verlo, un gran número de personas empezó a seguirlo y a pedirle alguna prédica, algunas palabras de provecho espiritual. En un momento dado, el monje se detuvo y, volviéndose hacia la multitud, les dijo: «La más beatífica vida ortodoxa es la de los cristianos, aunque hay algo que la puede estropear: el “me dijo” y el “ahora yo le diré” (“Me ofendió, y ahora le ofenderé yo”). Si nos vengamos, el Espíritu Santo se aparta de nosotros. Y perdemos mucho. Pero, si mejor pensamos: “Mañana le responderé (a quien me ofendió)”, nos libraremos de tal perjuicio. Si respondemos inmediatamente a las ofensas, mucho es lo que perdemos. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo se va de nosotros».
(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie și pocăință, Editura Agaton, Făgăraș, 2010, p. 49)