¿Es posible enumerar los beneficios del ayuno?
El ayuno hace humilde el corazón, nos reconcilia con nuestros semejantes, mitiga los impulsos de nuestra naturaleza, fortalece nuestro espíritu, nos sana de toda clase de enfermedades físicas y espirituales, favorece el estado de oración, nos recuerda la muerte, nos exhorta a la contrición, la confesión y la caridad, y nos hace dignos de recibir la Santa Comunión.
El ayuno establecido por la Iglesia ofrece un inmenso beneficio a los fieles. Si ayunamos con amor y oración, a la vez que nos refrenamos en lo carnal y en lo espiritual, nuestro ayuno nos ayudará a disipar los apetitos del cuerpo y a controlar nuestra lengua, nuestros pensamientos, nuestra imaginación y todos los placeres viciosos. El ayuno hace humilde el corazón, nos reconcilia con nuestros semejantes, mitiga los impulsos de nuestra naturaleza, fortalece nuestro espíritu, nos sana de toda clase de enfermedades físicas y espirituales, favorece el estado de oración, nos recuerda la muerte, nos exhorta a la contrición, la confesión y la caridad, y nos hace dignos de recibir la Santa Comunión.
El ayuno nos vuelve mansos y humildes. El ayuno, cuando se une a la oración con el corazón y a la lectura de los salmos, aplaca a los enemigos, aparta el pecado del desenfreno, obra verdaderos milagros de sanación, estimula las lágrimas de arrepentimiento y nos une más con Cristo. Al contrario, la oración sin ayuno nos ofrece muy poco provecho espiritual, porque sin ayuno no es posible ahuyentar a los demonios y a las pasiones que nos matan. ¡Qué grande es el provecho del ayuno unido a la oración pura y a la caridad para con los más necesitados y los enfernos!
(Traducido de: Protosinghelul Ioanichie Bălan, Călăuză ortodoxă în Biserică, volumul I, Editura Sfintei Mănăstiri Sihăstria, 1991, p. 29)