Palabras de espiritualidad

Hablando de objetos litúrgicos, ¿para qué sirve la esponja que está sobre la Santa Mesa?

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

La primera mención sobre la utilización de la esponja la encontramos en San Juan Crisóstomo, en su comentario sobre la Carta a los Efesios, en donde dice: “¿No ves a nuestros servidores limpiando la mesa con la esponja y aseando el santo lugar?”.

Debido al material con el que está hecha, una categoría aparte en lo que respecta a las preseas y objetos litúrgicos lo constituye la esponja que se conserva con el antimension sobre la Santa Mesa, la cual se utiliza durante la Divina Liturgia, una vez el Santo Antimension es extendido, para juntar las migajas que eventualmente hayan quedado sobre el antimension (en la petición que dice: “Que los una…” , de las letanías por los catecúmenos) y después, cuando se juntan y se colocan en el Santo Cáliz las partes del Santo Cuerpo y las otras partículas que hay en el Santo Disco, después de la comunión del sacerdote y los fieles. Se utiliza también cuando comulgan los oficiantes, cada vez que manipulan partes del Santo Cordero, para limpiarse los dedos y las palmas de las manos, de cada migaja del Santo Cuerpo que pudiera haber quedado adherida.

Otra esponja se utiliza para limpiar y secar el cáliz en el proskomediario, después de haber consumido los restos de los Santos Dones, al final de la Divina Liturgia. Esta otra esponja se conserva, como fácilmente podemos deducir, en el proskomediario.

La primera mención sobre la utilización de la esponja la encontramos en San Juan Crisóstomo, en su comentario sobre la Carta a los Efesios, en donde dice: “¿No ves a nuestros servidores limpiando la mesa con la esponja y aseando el santo lugar?”. La esponja se utiliza también en los ritos litúrgicos de las Iglesias Orientales no calcedonianas, lo que puede constituir una prueba de la utilización de este objeto desde antes de la separación de las Iglesias Orientales.

La esponja evoca también esa otra que le tendieron a nuestro Señor en la Cruz, con hiel y vinagre, para calmarle la sed (Mateo 27, 48).

(Traducido de: Preot Prof. Univ. Dr. Ene Braniște, Liturgica generală vol. II, Ed. Basilica, București, 2015, p. 305)

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