Hagamos del Evangelio el programa de nuestra vida
Con la “Oración de Jesús” le pedimos al Señor que nos acompañe en los caminos de la vida y que entre con nosotros a la Jerusalén que está en lo alto.
Leamos el Santo Evangelio, dejémonos inundar por su espíritu, hagamos de él el programa de nuestra vida. Abordemos cualquier actividad y cualquier problema de nuestra vida en el espíritu de las enseñanzas del Evangelio. Este es, sin duda, la única luz de nuestra vida. Entre otras enseñanzas y mandamientos, en el Evangelio leemos cómo habló Cristo de la necesidad de la humildad y cómo nos la demostró con Su Pasión.
Sin humildad no es posible ser discípulos de Cristo. Si le falta la humildad, el corazón del hombre no acepta y no adquiere la enseñanza de Cristo. Un corazón humilde exhortará al hombre a someterse a la voluntad de Dios, a aceptar todo con mansedumbre, y el Señor hará que el hombre someta su mente, su entendimiento y también su voluntad a la obediencia a los mandatos de Cristo. La experiencia nos demuestra que, quienes actúan guiados únicamente por su propia mente, recogen frutos de tristeza. ¡Cuántos pesares le trae al hombre la “razón independiente”! ¡A qué tinieblas, las de la perdición, es arrojado el hombre cuando reniega de las enseñanzas y los caminos de Cristo! El camino de Cristo puede parecernos estrecho y doloroso, pero es el único que le da al hombre lo que no le podrían dar ninguna clase de tesoros inútiles y efímeros, y ninguno de los placeres de este mundo. ¡Tan valiosos son los dones que Cristo les da a los que le son fieles! Confiémonos, entonces, a la voluntad de Dios. Con la “Oración de Jesús” le pedimos al Señor que nos acompañe en los caminos de la vida y que entre con nosotros a la Jerusalén que está en lo alto. Amén
(Traducido de: Stareţul Nicon de la Optina, Editura Doxologia, p. 203)