¿Has hablado mal de alguien? ¡Bendícelo!
¿Has sentido envidia de alguien? Ora por esa persona. ¿Te has envanecido? Humíllate. Confiesa todos tus pecados, sin guardarte nada, a tu padre espiritual o a un stárets piadoso y lleno de virtud. Cumple con los mandamientos de Dios, y te salvarás.
¿Has hablado mal de alguien? ¡Bendícelo! ¿Has provocado perjuicio a tu semejante? ¡Compénsaselo! ¿Caíste en desenfreno? Llora, suspira profundamente, deja de pecar, mata tu carne, seca tu propio cuerpo y ora sin cesar. ¿Te has envanecido? ¡Humíllate! ¿Has sentido envidia de alguien? ¡Ora por esa persona! Confiesa todos tus pecados, sin guardarte nada, a tu padre espiritual o a un stárets piadoso y lleno de virtud. Cumple con los mandamientos de Dios, y te salvarás.
La mano de Dios te creó: avergüenzate al menos ante la imagen con la que fuiste creado y no te abandones a los deseos más animales.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 156)