Palabras de espiritualidad

Hay que ‟vivir” la oración

    • Foto: Victor Larie

      Foto: Victor Larie

La oración pronunciada como fórmula es una cosa —como cuando repites una poesía—, y la oración “vivida” es otra. 

Nuestro Señor Jesucristo nos habla por medio del Evangelio, sólo que para entenderlo debemos ser lo suficientemente sensibles y estar abiertos a Él. San Máximo el Confesor nos habla de una sensibilización del hombre, para tener la conciencia de la presencia de nuestro Señor Jesucristo. En verdad, al orar tendríamos que experimentar la conciencia de la presencia de nuestro Señor Jesucristo. Pero ¿qué es lo que hacemos? La mayoría de veces oramos usando fórmulas. Y aún así les preguntamos a las personas si han hecho sus oraciones de la mañana y de la noche, no si han orado. Luego, la oración pronunciada como fórmula es una cosa —como cuando repites una poesía—, y la oración “vivida” es otra.

San Isaac el Sirio nos habla de una oración en la cual las palabras se detienen en tus labios; por ejemplo, tú quieres leer una catisma del Salterio, y te detienes en una sola palabra, incapaz de avanzar, porque sientes que debes orar únicamente con esa palabra. No necesitas más que orar usando esa palabra. Por ejemplo, en el Salmo 8 encontramos: “¡Oh Dios, Señor nuestro, qué admirable es Tu nombre por toda la tierra!”. Estas palabras: “¡Qué admirable es Tu nombre por toda la tierra!”, podrían mantenerte en unión con Él por horas enteras. Con nosotros no sucede eso: leemos todo el salmo, después otros diez o veinte, y no sentimos nada, porque nuestro corazón se ha vuelto como de piedra.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Cum putem deveni mai buni – Mijloace de îmbunătăţire sufletească, Editura Agaton, p. 139)