Humildad es creer que todos los demás son buenos
Ser humilde es amar a todos sin pensar en nada malo, y orar por todos y cada uno. No te hace falta ninguna otra filosofía.
El secreto es el amor de Cristo y la humildad. Cristo nos dará la humildad. Nosotros, con nuestras debilidades, no lo podemos amar. Que nos ame Él. Oremos mucho para que nos ame Él y nos conceda el fervor necesario para que también nosotros podamos amarlo.
Si quieres “filosofar”, arrojarás tu “yo” malvado y te humillarás constantemente. Humildad es creer que todos los demás son buenos. Y si escuchas algo malo de alguna persona, no lo crees. Ser humilde es amar a todos sin pensar en nada malo, y orar por todos y cada uno. No te hace falta ninguna otra filosofía. El corazón del enfermo de soberbia no se puede humillar. Cuando es corregido o aconsejado, se opone encendidamente, y cuando es elogiado y encomiado, se comporta con insolencia. No importa lo que le digas, que él se envanecerá siempre más y más. Se preocupa y se mueve solamente alrededor de su propio ser. Al contrario, el pecador que se arrepiente y se confiesa, no vuelve más atrás.
(Traducido de: Ne vorbeşte părintele Porfirie – Viaţa şi cuvintele, Traducere din limba greacă de Ieromonah Evloghie Munteanu, Editura Egumeniţa, 2003, pp. 259-260)