Palabras de espiritualidad

¿Incompatibilidad de caracteres como excusa para separarnos?

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La familia no es un cuadrilátero de disputas en el que gana siempre el más fuerte.

La falta de humildad provoca perturbaciones. El humilde sabe ser paciente, ceder, esperar. La humildad no tiene ninguna relación con la infelicidad, no provoca compasión, no es una actitud carente de dignidad, degradante. La humildad es una virtud llena de sentido: concede, sufre, calla, aleja la ira. La humildad es una fuerza y no una debilidad. No significa, desde luego, que el otro explota y atormenta al que es humilde. Las mujeres suelen quejarse de la violencia y severidad de sus esposos. Empero, el hecho que el hombre se imponga por medio de la fuerza y la brutalidad evidencia, en realidad, su falta de hombría y educación, su estado psíquico enfermo, probablemente a causa de ciertos conflictos de infancia. La familia no es un cuadrilátero de disputas en el que gana siempre el más fuerte. La familia, por el contrario, es una santa heredad de paz, silencio, amor, serenidad, sosiego, simplicidad y verdadera felicidad.

Y pasa que, cuando la convivencia deja de producirles alegría, los cónyuges comienzan a buscarla en otro sitio. Los índices de infidelidad, tristemente, siguen creciendo día tras día y las heridas que este fenómeno ocasiona son muchas e imborrables. El pecado del adulterio se halla en su apogeo, y la sociedad lo justifica con demasiada facilidad, tolerándolo y, a veces, encomiándolo. Hay quien se siente atraído al adulterio porque el amor que creyó que duraría para siempre ha empezado a debilitarse. Esta es una de las causas de la infidelidad. Desde luego, hay más. La infidelidad es también uno de los motivos principales del divorcio. Las crisis matrimoniales son, a veces, normales, como las nubes en el cielo, pero deben disiparse por medio del arrepentimiento, el perdón, la renovación de la relación y la transformación de lo que antes dañaba. Actualmente, en estos tiempos tan liberales, tan faltos de límites y tan confusos, en nombre de los sacrosantos derechos —que olvidan sistemáticamente las obligaciones— ondea el estandarte de la “incompatibilidad de caracteres”, creado para justificar el divorcio inmediato. ¿Pero quién dijo que era posible coincidir completamente y en todo con tu pareja? El hecho que no nos sintamos idénticos no significa que debemos separarnos, dejar de hablarnos, matarnos...

El matrimonio no es una solución pasajera, sino que consiste en vivir juntos para siempre, completándonos, perfeccionándonos y deificándonos.

(Traducido de: Monahul Moise Aghioritul, Cuviosul vameș și sfântul risipitor, Editura Egumenița, Galați, 2016, pp. 136-138)