La alegría de una madre cristiana
La oración aparece de tres formas: al cumplir con la regla de oraciones domésticas, al repetir breves invocaciones del nombre de Dios durante el día, y al asistir con frecuencia a la iglesia.
San Jerónimo le escribía lo siguiente a la viuda Lidia: “La felicidad de una madre cristiana consta en enseñarle a su hijo a repetir el dulce nombre de Jesucristo, aún cuando no es capaz de articular más palabras. Recuerda que a Dios pertenece todo eso que aparece primero. Por eso, los primeros pensamientos del niño deben ser santificados con la devoción”.
Igualmente, San Juan Crisóstomo aconseja a las mamás: “Madres, enséñenles a sus hijos a persignarse aún desde pequeños. Comiencen persignándolos ustedes. Cuando crezcan, insistan para que ellos lo hagan solos, poco a poco, sin prisa y con atención”.
La oración aparece de tres formas: al cumplir con la regla de oraciones domésticas, al repetir breves invocaciones del nombre de Dios durante el día, y al asistir con frecuencia a la iglesia. El niño debe acostumbrarse a estas tres formas de oración desde pequeño.
(Traducido de: Nikolaj Evgrafovich Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, p. 46)