La amistad que dura para toda la vida
El verdadero amigo es ese que comparte contigo, sin turbación y sin ruido, tus problemas, tus necesidades y tus sufrimientos, como si fueran los suyos.
Cuando oras con toda tu alma por aquellos que te difaman, Dios habla de tu inocencia a quienes han caído en la trampa de esas murmuraciones.
El verdadero amigo es ese que comparte contigo, sin turbación y sin ruido, tus problemas, tus necesidades y tus sufrimientos, como si fueran los suyos.
Sólo los que cumplen fielmente con los mandamientos de Dios y conocen las profundidaes de los juicios divinos, no abandonan a sus amigos cuando son puestos a prueba con la anuencia de Dios. Sin embargo, los que desprecian el mandato de Dios —ignorando el sentido profundo de las pruebas que Dios consiente—, esos, cuando a su amigo las cosas le salen bien, se alegran con él, pero cuando aparecen las primeras penas, lo abandonan. Sucede a veces que hasta llegan a aliarse con los adversarios de su amigo.
Los amigos de Cristo aman con sinceridad a todos, aunque no todos los aman. Los amigos del mundo no sólo no aman a todos, sino que tampoco son amados por nadie. Y los amigos de Cristo, por un lado, mantienen encendido su amor hasta el final de sus días, mientras que los amigos del mundo lo conservan hasta que aparece la primera disputa, precisamente por cuestiones terrenales.
(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere Părintele Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, pp. 299-300)