Palabras de espiritualidad

La anulación de la propia voluntad como virtud fundamental del monje

    • Foto: Oana Nechifor

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El stárets Jorge consideraba que la salvación de los monjes que viven en una comunidad cenobítica depende del perseverante cumplimiento de los siguientes cinco mandamientos, que puestos juntos forman una cruz: (hacer) todo con la bendición del superior, (hacer) todo habiéndose confesado, practicar el justo medio, cultivar una humilde sabiduría y comulgar doce veces al año.

Con relación a la Santa Comunión, el archimandrita Jorge del Monasterio Cernica recomendaba a sus discípulos: 

—Paternalmente los exhorto a que no dejen que pase un solo mes sin comulgar con los divinos Misterios. Que toda la comunidad comulgue doce veces al año, sin contar las demás ocasiones en las que también se imponga hacerlo. Yo les aconsejo, amados hijos míos, que no incumplan esto que les digo, argumentando que esta disposición sobrepasa sus capacidades, pero tampoco se crean parte de aquellos que todo el tiempo son dignos de comulgar. Sino que, como les he dicho en varias oportunidades, elijan siempre el camino del medio, cumpliendo, según las posibilidades de cada quien, la preparación necesaria para dicho sacramento. Así, intenten ayunar al menos tres días seguidos, para después poder pedirle con merecimiento al sacerdote que les imparta la Eucaristía.

También recomendaba: 

—Les suplico, hijos, que no caigan en el engaño de aceptar lobos en su humilde rebaño. Es decir, eviten aceptar en la comunidad a cualquiera que se encuadre en estos cinco tipos de personas con estados espirituales especiales: al monje que viene de paso, el cual aún no ha sido tonsurado; al asceta, que está en un nivel más avanzado que el de ustedes; al que proviene de familia noble; al que, siendo culto, le cuesta obedecer; y a aquel que indudablemente no está en el pleno uso de sus facultades mentales. A ninguno de ellos le será de provecho quedarse en su comunidad monacal. Sin embargo, en nombre del espíritu de la generosidad les ordeno que, si ven en alguno de ellos un auténtico deseo de hacerse humilde desde su corazón contrito, recíbanlo, como dice la palabra. “No echaré afuera al que venga a Mí”.

El stárets Jorge consideraba que la salvación de los monjes que viven en una comunidad cenobítica depende del perseverante cumplimiento de los siguientes cinco mandamientos, que puestos juntos forman una cruz: (hacer) todo con la bendición del superior, (hacer) todo habiéndose confesado, practicar el justo medio, cultivar una humilde sabiduría y comulgar doce veces al año.

También decía: 

—El monje que provenga de una buena familia, que ponga a disposición de todos sus heramnos lo mucho o poco que haya traído consigo al monasterio, imitando las obras de San Nicolás. Porque, al desprenderse de todo eso, Dios aceptará su contrición.

Y, refiriéndose a la anulación de la propia voluntad, decía: 

—Solo un pequeño servicio se le pide al monje que proviene de una familia de abolengo: que con su mente no se crea superior a su guía espiritual. Sino que, si una vez fue capaz de renunciar al mundo, del mismo modo renuncie a su propia voluntad. Y con esto habrá cumplido ya con todo lo que le corresponde.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 327-329)