La comunión con los santos
El camino a la comunión con los santos es conducido por nuestra participación en los oficios litúrgicos de la Iglesia, en la oración que se eleva hacia ellos, en la invocación de sus nombres, y en el conocimiento de sus vidas y enseñanzas.
La comunión con los santos se realiza y se vive en el Espíritu Santo. Nosotros, que aún somos principiantes en este Camino, no sabemos bien cuándo y cómo obra el Espíritu Santo, ni cómo y cuándo lo terminamos alejando. Él viene cuando oramos, cuando lo llamamos, y se queda en nuestro espíritu. Pero nosotros ni siquiera a esto podemos acceder, debido a las densas nubes del espíritu de lo psíquico, todavía lleno de recuerdos, temores, sentimientos, resentimientos, preocupaciones y anhelos que no son precisamente espirituales.
Pero ellos, los santos, permanecen siempre en el Espíritu Santo y nos escuchan, nos ven, nos entienden, nos aman y nos ayudan con sus oraciones. Si nos dirigimos a cualquier santo, él seguramente nos escuchará y nos atenderá. Pero podremos escuchar y sentir su respuesta, sólo si nos purificamos por medio de la contrición y el trabajo de los mandamientos. En primer lugar, poniendo en práctica esos que se refieren al perdón y la indulgencia con nuestro semejante. De esta forma, nuestros sentidos y sentimientos psicosomáticos empezarán a alimentarse de lo espiritual, volviéndose transparentes y testigos de la alegría del espíritu.
El camino a la comunión con los santos es conducido por nuestra participación en los oficios litúrgicos de la Iglesia, en la oración que se eleva hacia ellos, en la invocación de sus nombres, y en el conocimiento de sus vidas y enseñanzas.
Así, cuando leemos (por ejemplo) las palabras de San Siluano, entramos en comunión con él —en el Espíritu Santo— y, ya que él conoce el Camino, lo dejamos que nos conduzca. ¡Entonces, poco a poco empezaremos a sentir todo esto, cada vez con mayor claridad!
¡Ánimo!
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Dăruindu-ne, intrăm în bucuria Lui, Editura Doxologia, 2010, p. 30)