Palabras de espiritualidad

La confianza puesta siempre en nuestro Señor. Consejos de San Jacobo Tsalikis

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

¡No perdamos la esperanza, porque Cristo no es un acusador! No elijamos el exilio o la prisión por nuestros errores. Que cada uno ore, que ayune, que se prepare para comulgar, que acuda a su confesor para recibir la absolución de sus faltas.

Decía el padre Jacobo (Tsalikis):

- El creyente debe evitar revelar a los demás los detalles de su vida espiritual. Un hombre afortunado no es aquel que gana el premio mayor de la lotería, sino el que recibe en su vida al Espíritu Santo. El ayuno es voluntad de Dios. Tengo setenta años, y el ayuno jamás me ha perjudicado. Mi mamá me enseñó a ayunar desde que era muy pequeño. A pesar de mis enfermedades, siempre he obtenido un gran provecho del ayuno.

- El dinero es astuto. Cuando lo tienes por primera vez en tu mano, es muy dulce, pero después se vuelve amargo, causando solamente turbación y dolor. El cristiano debe rehuir el dinero y amar a Cristo. Nuestro Señor es como un nutriente para la vida, en tanto que el dinero es solo una trampa.

- Hijos míos, la vida sin Dios es como un castigo, una cruel tiranía. El hombre que vive con Dios está vivo y tendrá un buen final. En general, el hombre de hoy se ha apartado de las tradiciones de antaño. Es probable que la juventud actual ni siquiera entienda lo que los sacerdotes quieren decirles. Tristemente, para la mayoría de jóvenes, nosotros, los clérigos, somos como seres de otro planeta.

- Cuando pones a Cristo como alimento y custodio de tu vida, el optimismo y la buena esperanza vienen a morar en ti, a pesar de las caídas, las debilidades y nuestros incontables pecados. Cada día ocurren muchísimos milagros, pero nosotros no los vemos, no les damos importancia. El hecho de que Dios, a pesar de todas nuestras manchas y de nuestros pecados, no se enfade y no interrumpa Su relación con nosotros, ¿no es, acaso, un gran milagro?

- Cuando los peregrinos que venían al monasterio le preguntaban a qué hora debían levantarse para asistir a la Divina Liturgia, él les respondía: “El que pueda, que venga a los Maitines. Los que se sientan cansados, que vengan antes del ‘Bendito sea el Reino del Padre’… y los que no puedan venir ni siquiera en ese momento, que no se pierdan la lectura del Apóstol y el Evangelio, el Credo y el Padre nuestro.Y quien venga a la hora doce, antes del ‘Por las oraciones…’, que no se angustie por haberse atrasado, que nadie le reprenderá. ¡Nuestro Señor es bueno y misericordioso!”.

- ¡No perdamos la esperanza, porque Cristo no es un acusador! No elijamos el exilio o la prisión por nuestros errores. Que cada uno ore, que ayune, que se prepare para comulgar, que acuda a su confesor para recibir la absolución de sus faltas.

- Un hombre y una mujer pueden pensar en casarse, solamente cuando se sientan lo suficientemente maduros para ello y seguros de que entre ellos existe una relación estrecha, es decir, cuando tengan muchos elementos en común en su forma de pensar y percibir la vida.