La contrición nos ayuda a nacer de nuevo
¿Cómo volvemos a nacer? Con el Santo Bautismo, y con el segundo, el tercero y hasta el enésimo Bautismo, que es la Confesión.
Aprovechemos el inmenso don que Dios nos dio con el Sacramento de la Confesión. Tan grande es —porque representa un “volver a nacer”—, que Nicodemo, acercándose a Cristo, le preguntó: “¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?”. Pensemos ahora: un hombre culto, con un cargo importante, formulando esta pregunta banal, incapaz de entender que Dios puede conceder un don semejante, es decir, el de volver a nacer… ¿Y cómo volvemos a nacer? Con el Santo Bautismo, y con el segundo, el tercero y hasta el enésimo Bautismo, que es la Confesión, con sus respectivos pasos: reconocer el pecado, confesarlo, comprometerse a no volver a cometerlo, y recibir un canon de penitencia y la absolución del padre espiritual.
(Traducido de: Preotul Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăși pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 252)